Cuando no tengamos un pueblo que pintar…

Las palabras de Pedro López Ocaña y los cuadros de Mariano Collado nos invitan a reflexionar, a tomar conciencia y a poner remedio a la situación de deterioro y derribo por la que atraviesan los barrios mas antiguos de nuestra ciudad.

Fotos

En unas reflexiones  que Pedro Lopez Ocaña publica en su Facebook habla de relojes, pero al mismo tiempo de un barrio abandonado a su suerte, El Caño, y de un Casco Antiguo cada vez mas deteriorado. Pedro, como buen taranconero, no pierde la esperanza de que ese paisaje urbano se revitalice, con la ayuda de todos, en un futuro próximo.

Otro taranconero orgulloso de su pueblo, Mariano Collado, retrata en sus lienzos las postales más representativas y pintorescas de unos barrios que son el alma de nuestro, pero que pueden desaparecer.

Este dialogo entre las palabras de Pedro y las imágenes de Mariano nos debería ayudar a buscar solucciones  antes de que sea demasiado tarde y no tengamos pueblo que pintar.

Fdo. Antonio Parra

 

TARANCÓN Y LOS RELOJES DE ANTAÑO

Ya se va perdiendo aquel dicho y otros parecidos que se decían a modo de guasa o de descarnada crítica cuando alguien llegaba tarde a una cita: “¿Y tú qué pasa, que vas con el reloj de la esquina el Matadero?”

Muchos somos los que por edad no hemos llegado ver aquel viejo reloj, colocado en una de las esquinas del antiguo Matadero de Tarancón, que estaba en lo que hoy es un pequeño jardín, un cuadro de terreno robado al arrabal de El Caño y que da sombra, verdor y un toque de naturaleza a aquella destartalada barriada. No debieron elegir una buena marca, porque lo mismo atrasaba que adelantaba,  y había vecinos que no tenían otra referencia horaria, pues el reloj de la torre, entonces con una sola esfera orientada al Poniente, no debía ser visible para todos los vecinos de la zona, y debía ser más puntual, porque no se prestó a la guasa de los vecinos, a pesar de que al ponerlo, debió interceder el Espíritu Santo para que no dañaran la balaustrada que rodea el campanario.

Pero el espíritu de la impuntualidad que marcaba los tiempos de muralla para abajo, debió arraigar entre los munícipes, pues en Tarancón hace tiempo que es costumbre llegar tarde con las iniciativas para recuperar aquella barriada castigada por el olvido y otras causas que serían largas de contar y enumerar. Y no solo aquel barrio, sino casi todo el Casco Antiguo.

Parece que empiezan a soplar algunos aires de cambio y crece la conciencia de que hay que hacer algo para que aquel barrio, cambie su imagen y su negro futuro y se revitalice y pueda convertirse en habitable de nuevo, y tal vez incluso en algo tan pintoresco que atraiga a curiosos y turistas. Será una tarea compleja y difícil, pero con voluntad y tesón todo es posible.

Fdo. Pedro López Ocaña

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