Enseñando nuestras vergüenzas
Hemos hecho tantas barrabasadas con nuestro patrimonio que algunos cuando hemos visto derribar, estos días, todos los edificos colindates al Arco de la Malena nos hemos echado a temblar. Afortunamente parece que los tiempos están cambiado y que nuestro símbolo de la cudad no corre peligo. Pero habrá que esperar.
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Enseñando nuestras vergüenzas
Estos días las excavadoras han vuelto a entrar en nuestro casco antiguo. Entran a menudeo, por desgracia, para derribar edificios o tapar cuevas de las que está lleno el caso antiguo y que tantos servicios han prestado. Se podría hablar tanto de esos vasos comunicantes, por ejemplo, de la vidas que salvaron en nuestra Guerra Civil. No estaría mal recuperar algunas para que pudieran ser visitadas, como se ha hecho con la del Ayuntamiento.
Pero no nos desviemos del tema.La excavadoras han vuelto a entrar en nuestro casco antiguo y está vez han dejado al descubierto nuestras vergüenzas. Hace ya tiempo que un amigo, taranconero de pro, hablando del Arco de la Malena y de las puertas que se habían cegado, me dijo algo que hasta hoy, que he visto las fotografías del derribo, me costaba trabajo creérmelo. Este amigo me aseguraba que Don José María, el inigualable párroco Don José María, cuando le construyó una casa al sancristán no tuvo otra ocurrencia que , como no tenía mucho espacio, hacer una habitación dentro del mismo Arco de la Malena y que por eso las pequeñas puertas de acceso a las almenas estaban tapiadas. Reconozco que yo nunca me lo creí del todo. No me lo creía hasta hoy que he visto con mis propios hojas la habitación del sacristán dentro de uno de los torreones, del Arco de la Malena. Entre las virtudes de Don Jose María, que tenía muchas , no figuraba el respeto por el patrimonio histórico . Hizo alguna más que en otro momento contaré.
Efectivamente, las excavadoras han dejado al descubierto nuestras vergüenzas, la habitación de la casa del sacristán dentro de uno de los torreones del Arco de la Malena. Esto, además de provocarnos risa, viene a demostrar el poco cuidado y la falta de respecto , en general, de todos los taranconeros por nuestro patrimonio histórico.
Lo hemos visto ahora porque los responsables de la Parroquia de la Asunción, en plena crisis económica por el coronovirus, han derribado todos los edificios colindantes para empezar las obras de los nuevos salones parroquiales.
Me aseguran que las obras de derribo se han hecho con sumo cuidado y que no se han encontrado restos de ninguna antigua muralla, que el volumen que se va a construir es el mismo, y que la nuevos edificios de dos plantas, algo altos para la zona, respetarán el entorno y las construcciones típicas del Castillejo, con fachadas enfoscadas y guardando el mismo estilo de diseño en balcones y ventanas.
Todavía queda pendiente una decisión importante, si pegar la nueva construcción al torreón , como estaba hasta ahora, o aprovechar para restaurar el torreón y dejar un paso entre éste y la nueva construcción, que serviría de entrada peatonal al reciento del Castillejo.
A mí personalmente la idea de un Castillejo cerrado me gusta, pero no me parece del todo mal dejar separado el torreón. La última palabra me imagino la tendrá Patrimonio. Pero estaría bien que historiadores y expertos locales en patrimonio se pudieran pronunciar al respecto.
Un último apunte , la Parroquia de San Victor y Santa Corona tenía ya salones, pero no tenia iglesia y en plena crisis económica con bancos intervenidos, recortes en sanidad y pensiones y mucho paro se lanzó a construir su nueva sede, que consiguió inaugurar en 2014. Siete años después, metidos ya en otra crisis económica a causa del coronavirus ,la Parroquia de la Asunción decide iniciar la construcción, en ese caso, de los salones parroquiales que le faltaban, a pesar de que en el casco antiguo cada vez vive menos gente. Está claro que su reino, el de la Iglesia, no es de este mundo o, por lo menos, no lo parece.
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